Hemos enviado a una redactora del ‘A Vivir…’ a convivir durante 24 horas con los alumnos que se preparan para ser suboficiales y oficiales de artillería en Segovia. Así fue su experiencia
VALENTINA ROJO SQUADRONI MADRID 07/11/2014
http://cadenaser.com/programa/2014/11/07/a_vivir_que_son_dos_dias/1415372351_519005.html
Cuando Natalia era pequeña jugaba a las barbies y le decía a sus padres que quería ser militar. No la tomaban muy en serio, pero ahí está, escribiendo con bolis de colores sus apuntes que hablan de guerra. Con la suavidad con la que habla y se mueve cuesta imaginársela detrás de un cañón.
Natalia tiene 21 años y este curso es la única chica que se prepara para ser Oficial en la Academia de Artillería de Segovia. Así como los hombres deben llevar el pelo bien corto, las mujeres tienen que ir siempre con el cabello recogido, las uñas sin pintar y un maquillaje muy discreto, si lo llevan. Natalia prefiere no hacerlo. No le gusta pintarse los días de clase porque algún chico podría reprocharle que a la academia no se viene a ligar. Tampoco es lo que pretende.
En clase ella es una más. De hecho, está entre los diez mejores de su promoción. Para ello, pasa gran parte de su tiempo libre estudiando y haciendo ejercicio. Aunque para relajarse de verdad, le encanta leer las novelas fantásticas de Laura Gallego. Natalia es la protagonista de nuestra primera mañana en la Academia de Artillería.
Antes de entrar en la academia de Segovia, los futuros oficiales estudian Ingeniería de Organización Industrial en el Centro Universitario de la Defensa, en Zaragoza. Los suboficiales, por otro lado, deben cursar un ciclo formativo de Informática en Redes o Mecatrónica Industrial que dura tres años. Úrsula, la protagonista de la segunda parte de este día en la academia, está en tercero.
Cuando llega el fin de semana, la mayoría de los alumnos que viven de lunes a viernes internos en la academia vuelven a casa. Allí se reencuentran con su familia, donde normalmente siempre hay un miembro que también ha formado parte del ejército. Muchos de ellos llevan la vocación militar «de fábrica», y han hecho de su profesión un estilo de vida.